Si vosotros también leísteis algunos de los libros de Harry
Potter y habéis vuelto a recuperar el primero en alguna ocasión, seguro que
conocéis esa sensación de nostalgia, de momentos compartidos con las páginas y
de OMG ¿todo eso estaba ya anunciado desde aquí? Porque sí, yo también lo hice
hace un par de años y me pasé un buen rato dándole a la cabeza y pensando en
todo el trabajo de trasfondo de personajes que debía haber cuando desde el
primer capítulo se menciona a Sirius Black, que no aparece como tal hasta
bastante más adelante.
Y es que el trabajo de escritor es más complicado de lo que
nos hacen creer. En series y películas cuando quieren presentarnos a un
supuesto personaje culto dicen… ¡pues que sea escritor! Un blog, una revista,
novelas… eso es lo de menos. El caso es que tenemos al personaje en cuestión en
su habitación con su portátil (o sentado frente a su máquina de escribir ya
obsoleta para su tiempo) y, como guiado por las musas, lo saca todo de un tirón.
¡Y no señor! No es tan fácil. Vale, puede que haya algún genio iluminado
caminando entre nosotros que sea capaz de hacerlo así pero no es lo más común.
¿Qué me he desviado del tema? Pues sí, qué le voy a hacer.
En realidad quería ir a que me parece de lo más curioso el elemento Pottermore,
que nos permite de alguna forma adentrarnos en ese cajón de notas a lápiz en
recortes de papel o libretas garabateadas con conceptos o historias que
conforman igualmente el universo en que tiene lugar un libro y que generalmente
no llegamos a ver. Llamadme rara pero cuando creo un personaje me gusta saber
tonterías sobre él. Desde si es más de gatos o de perros a de qué sabor pediría
un helado.
Y ahora ya el capítulo, lo prometo.
Básicamente lo que ocurre es que hay una familia muy normal
y de pronto un día el señor se da cuenta de que hay mucho rarito festejando
cosas en la calle. Todos llevan ropa extraña y de colores verdes o morados
brillantes. Podría haber sido la preparación de la cabalgata del orgullo, teoría
que el abrazo del anciano al señor Dursley sustentaría, pero todo el asunto del
tal Quien-usted-sabe y muggles nos
hace sospechar que no debe ser eso. A no ser… que sea algún tipo de clave
secreta y le estuviera preguntando si frecuenta el mundillo… (Otra vez por las
ramas… ¡Lo siento!) Pero este señor Dursley, nada interesado en las relaciones
con ancianos con capas violetas, llega a su casa con la mosca detrás de la
oreja porque se huele que pasa algo malo. Y tiene razón.
Mientras la feliz familia normal y la mosca tras la oreja
del señor Dursley duermen, un gato que luego es una señora, un viejo con más
barba que espalda y un gigantón con una moto voladora les van a traer una
sorpresa. Como cigüeñas poco convencionales van a dejarles un regalo con forma
de niño miope.
Seguramente éste no ha sido el resumen más ortodoxo de la
historia pero me queda una hora para que termine el plazo de entrega de esta
entrada según lo que he acordado con mis amigos y no me apetece ser asesinada
de forma creativa (tampoco de forma no creativa, me refiero a que no me apetece
ser asesinada en general pero suponía que buscarían algo curioso ya que se
deshacen de mí).
Mi comentario sería más bien hacer una reflexión sobre lo
que me parece que se nos está presentando desde el principio. Hay claramente dos
mundos. El primero es el de lo ordinario, lo cotidiano. Un mundo donde un señor
se levanta, va al trabajo, vuelve a casa con su esposa y repite ese ciclo
continuamente. El segundo es el mundo de los pintorescos personajes que
aparecen siempre vestidos de colores llamativos y cuyas vidas nos parece que
deben ser de lo más insólitas. Dejando de lado a la mujer-gato y el que viene en
moto voladora, tenemos a Dumbledore: un anciano de larguísima barba que va por
ahí apagando y encendiendo farolas a voluntad y que cada vez que abre la boca
suelta algo que rompe nuestros esquemas racionales de adultos. Porque, en
definitiva, se trata de eso. Es la oposición del mundo gris de los adultos al
que las normas y la sociedad nos empuja sin miramientos y el del color y la fantasía
del mundo del niño, que incluye también lo diferente o inusual. Ahora mismo lo
que sabemos es que los personajes que conocemos del mundo gris se sienten muy
orgullosos de su posición y desearían que el otro mundo dejara de existir
porque sería muy cómodo para ellos. Del mundo arcoíris (por seguir con la broma
de la cabalgata, porque era una BROMA <_<) por el momento sabemos que hay
cosas que desconocen del mundo gris, algo tan sencillo como los caramelos de
limón, pero no tienen ese desdén desmesurado hacia el mundo gris. Ya
descubriremos más adelante que eso no es completamente cierto pero está claro
que nos han puesto delante a unos personajes con la finalidad de que nos caigan
mal y otros por los que quieren que sintamos curiosidad y que se perfilan como
un grupo heterogéneo de raritos pero que son buena gente.
FIN D:
Un post muy divertido. Y ,tranquila, de momento te dejaremos con vida, yo lo publiqué a y 59. El único responsable es los textos de Potter aquí jejej
ResponderEliminarEs una suerte que le tengamos. Como dependa de nosotras igual no llegamos al tercer capítulo :P
EliminarBuen comentario. Nunca se me hubiera ocurrido esa interpretación, jejeje.
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