lunes, 23 de marzo de 2015

3. Las cartas de nadie

Perdonad que me ponga nostálgica nada más empezar pero… ¿cuándo fue la última vez que escribiste una carta a alguien? No, no me he vuelto loca. Simplemente es que pensar en las cartas me hace acordarme de cuando era pequeña y me escribía con mi prima de Galicia. Ah, la vida antes de internet… el álbum en que guardaba los sellos… Las cartas tenían muchas cosas buenas ¿por qué nos las hemos cargado? Tener que ir a correos para enviar cualquier cosa es un ascazo. Ya ni recuerdo el último año que enviamos en casa postales de navidad a la familia. Pero bueno, dejo las quejas de la semana ya y vamos al lío.

Este nuevo capítulo podría dividirse en dos partes: el par de páginas de vida normal y las diez desde la aparición de las cartas Pero en realidad incluso con la aparición de la primera carta todo sigue más o menos como siempre en el número cuatro de Privet Drive. Es a partir de que se repita el reparto de la carta, con cambio de dirección incluido, que tío Vernon empieza un extraño e hiperbólico proceso de locura.

Comenzamos con el anuncio de que el castigo por lo del zoológico ha sido el más largo de la vida de Harry (oh, pobrecito, ¿no?) y nos dice que cuando le dejaron salir de su alacena ya era verano. Y yo me pregunto… ¿literalmente? Es decir, ¿lo tuvieron encerrado y ni colegio ni nada? Porque, la verdad, eso no me parece ningún castigo. Ojalá hubiera liberado yo alguna boa y hubiera podido quedarme semanas en la habitación jugando. Que sí, Harry es una pobre victimita y no tiene juguetes… Pero seguro que había amaestrado un circo de arañas y se independizaría para salir con ellas de gira o cualquier otra cosa rarita.

Otra cosa curiosa es que se alegra de que sea por fin verano (me da a mí que eso no vuelve a pasarle ya en la vida) aunque como están los amigotes matones de su primo por ahí que le zurran, quiere que empiece el siguiente curso para no volver a coincidir con ellos. Volviendo un poco a lo que comenté en el capítulo anterior, no sé bien si Harry tiene valor o es un poco imbécil. Si sabes que a tu primo el cerdete, como le llamas en tu cabeza, le gusta encorrerte y pegarte, ¿por qué le llamas algopeorquecaca en la cara antes de salir corriendo? Es que no me jodas, este niño es masoca. O en el fondo le gusta pelearse o es un sádico horrible que disfruta viendo cómo se ahoga al correr detrás de él… No sé, muy raro todo.

A ver, que me lío, más cosas… Eso, el pastel de chocolate que parecía que había sido guardado desde hacía años. ¿Pero estamos locos? ¿La señora Figg no sabe que las cosas tienen una fecha de caducidad y que luego sientan mal? No, en serio, leer eso me ha dolido a varios niveles. Primero al pensar en el rato poco agradable que tendría que pasar Harry más tarde en el baño pero también porque se haya echado a perder un pastel de chocolate o()o ¿Es que nadie piensa en el pobre chocolate? Y luego está lo del uniforme de Smelting… Espero que mataran al que lo diseñó porque tiene delito. En mi cabeza además del ridículo del frac rojo, los pantalones naranjas y el sombrero de paja plano… es que el frac lo imagino de terciopelo. Como no, tenemos otra imagen más de Harry intentando no partirse la caja al ver a Dudley. ¡Es que te las buscas, Potter! xD

Y llega el día más esperado por todos los niños lectores del mundo: el día de la carta para ir a Hogwarts (cuando empecé a leérmelos yo ya tenía los once, así que casi deseaba que nada de eso fuera verdad ya que a mí no me iba a llegar… Soy mala gente ^^). Comienza la mañana con nuestro chico de la cicatriz haciendo gala de sus escasas luces diciéndole a su tía que no sabía que su uniforme tenía que estar mojado. Seguro que éste es de los que pide otro bote de champú cuando lee que es para cabello seco. Gracias a parte, mandan al chico a por el correo, ¡oh, catástrofe una carta de origen raro! Mejor montemos un numerito para que resulte super creíble que se han confundido de dirección. Mandan a los niños a tomar viento y la carta desaparece. Problema resuelto.

Pero todos sabemos que no se ha resuelto nada. Al día siguiente llega otra carta y me horroriza pensar en Harry agarrando a su tío por el cuello intentando que no la coja para poder leerla él. ¿Alguien ha dicho violencia gratuita? En este capítulo, toda la que queramos.



Al día siguiente empezamos a notar la creciente paranoia de Vernon. Se ha quedado durmiendo en la puerta para interceptar el correo y decide no ir a trabajar. En vez de eso tapió el buzón de su casa, como si eso pudiera eliminarles del servicio de correos. Las cartas de ese día son rotas en trocitos. El viernes son hasta doce las cartas que llegan a la casa y ya no se contenta con romperlas, esta vez las quema y se pone a tapiar las puertas de su casa (SINIEEEESTRO…). El sábado son 24 cartas en el cartón de huevos que le pasa el lechero a Petunia por una ventana ya que NO PUEDEN UTILIZAR LAS PUERTAS. Para ser unos amantes de la normalidad, esto es bastante chungo. ¿No podían haberse planteado lo de responderles y rechazar la oferta como habían pensado hacer al llegar la primera de las cartas?

Llega el domingo y nos presentan a Vernon como un pobre loco que acaba de pasar por una crisis. Ahora está calmado, relajado y feliz y casi dan ganas de llevarle a la camita o al sofá a que se eche una siestecita… pero no va a poder ser. La chimenea se convierte entonces en una ametralladora de cartas y termina de explotar ordenando a todo el mundo que recojan sus cosas y vayan al coche. Desquiciado y sin rumbo (no creo que sea buena idea conducir así) lleva a su familia por la carretera sin una mísera parada para comer o ir al baño hasta la noche (esperemos que desayunaran bien), cuando llegaron a un hotel destartalado. A la mañana siguiente las cartas les habían seguido hasta allí y lo único que se le ocurre al pobre hombre es seguir viajando y montar a su familia en un triste bote en medio de un mar revuelto que anunciaba la tormenta para hacerles pasar una de las peores noches de sus vidas en una cabaña mohosa y húmeda. Es que le imagino remando con un fondo oscuro iluminado de vez en cuando por relámpagos lejanos y con una risilla desquiciada… ¿Vais a decirme que no os han dado pena Petunia y Dudley también? Que a su marido se le ha ido la pinza y podría haberles matado a todos, varias veces.



Bueno… en realidad para uno de ellos terminará siendo más bien la mejor noche de su vida. Cuenta atrás iniciada para el próximo lunes~

5 comentarios:

  1. Alaaaa! Qué bestia con ese final. El hombre es un pelín siniestro pero de ahí a matar a la family, ¡adónde vas! jejeje
    Me he reído bastante con el post y, por supuesto, con el hiperbólico Vernon XD
    Por cierto, te he contestado en mi blog
    ¡Un saludooo!

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    1. Mujer, ¡me refiero a que conduciendo así o en el mar les podía haber pasado cualquier cosa!

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  2. Desde luego, lo de Vernon llega a un punto surrealista en este episodio. No deja de ser irónico y por eso es divertido. Buen post, has delimitado muy bien las fases de la locura XD

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  3. Petarda de la vida!!
    Te he nominado al premio Liebster, unas preguntillas acerca del blog y eso. Te dejo el enlace por si te quieres pasar:
    http://labibliotecaderachel.blogspot.com.es/2015/04/una-de-premios-parabatais-liebster.html
    ¡Un saludooo!

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    1. Se te acumulan las nominaciones ¡eh! Ahora toca un book-tag: http://labibliotecaderachel.blogspot.com.es/2015/05/book-tag-control-remoto.html ¿Lo harás?

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